Cuenta la leyenda que en la noche del 1 de julio de 1991 un grupo de personas atraídas por los misterios del barranco de Badajoz se encaminaron hacia allí con la intención de descubrir sus secreros ocultos . A determinada altura, en el ascenso por el barranco, el grupo pudo oír una especie de aleteo, bastante cerca y justamente sobre sus cabezas. Casi en un acto reflejo, Teyo Bermejo (destacado fotógrafo), aunque no se veía nada, comenzó a disparar su cámara. Al revelar las fotos vieron con asombro una de las fotografías más inquietantes que se haya tomado en el Barranco de Chamoco.
La fotografía fue una instantánea, con flash, velocidad 1/60 y diafragma 5,6. El objetivo no se dejó abierto.
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